Estoy
sentada frente a la tumba. Pensando, imaginando, recordando. Estoy sola.
Completamente sola. Ya todos se marcharon. También se marchó la hipocresía.
Vino por cumplido. Porque queda bien.
Los
pensamientos vuelan. Tratan de
apurarse para que no los olvide. Para
que no se desvanezcan en el tiempo. Tiempo eterno.
Estoy
sintiendo frío. Estoy sintiendo miedo a esta soledad. No puedo llorar. Mis ojos están secos. ¿Y qué
razón hay para llorar? ¿Por lo que fue?
¿Por el tiempo perdido?
La
tumba está hermosa. Adornada con mil azaleas rosas. Es la mejor sepultura del cementerio. Será
porque es nuevita. Color rosa por todos
lados. En los maceteros, en los floreros, al lado de la imagen de la Virgen…
¿Para qué...?
Ya
es hora. Tengo que entrar. Mi cuerpo me
espera. Ya siento el olor a la tierra
húmeda. Tal vez pueda huir antes de que
lleguen los gusanos a comer la carne. A
lo mejor tengo suerte y mi alma huya antes…
¿Acaso
esto no es liberación? Ya pasó todo. Ya pasó la vida. Todo queda en el olvido…
¡Basta! Quiero dejarme llevar. No quiero oírme más
¡Me estoy volviendo loca¿Loca?
Más bien yo diría muerta.
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