al olor hierbabuena
de tu pelo mojado
al roce quisquilloso
que rondaba en las pausas
como lirio de noche
laberinto circular
de los temblores
Hendiduras urgidas
por soltarse
y rezagar el miedo
a encontrar
las cenizas
de amores inconclusos
rebuscar con mis labios
tu cintura perpleja
contraluz del rincón
que nos llamaba
hacia el verde marino
de aquel cuarto
y tallar en la pared
reflejos de lumbreras
y esas caricias tuyas
y los ojos despiertos
para ver
cómo danzan
racimos espumosos
minúsculas burbujas
de leche
y medias lunas
caladas en la taza
tu mantel alistado
una página blanca
de siete versos libres
desnuda como el ángel
de la sonrisa triste
que sólo quería
naufragar en tu mirada
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