Pájaros de luz (Juan Magliano)

Te ves tan hermosa en el vagón con ese pájaro de luz que anida en tus pulgares inquietos como alas de colibrí. Él está en todas partes y tiene corta vida. Pero no te fastidies; otros llegarán, esplendorosos, perfectos e importados, a remediar tu pérdida y calmar la codicia de los anunciantes. Suele ser ingratos, porque roban de la niñez el sueño fácil, o peor aún: sus fantasías. No dejo de mirar tus ojos claros; y cómo quisiera que te desiguales a estos pasajeros, desaparecidos antes de morir en la ficción de sus pájaros de luz. Aquí nadie escucha el grito tullido de los limosneros que invocan tragedias sin ganas de oírse; ni esa quena dulce soplada con aire de resarcimiento por la mansedumbre de su noble raza; tampoco la espera del pase de gorra; ni el malabarista que viaja ida y vuelta a las terminales que nunca terminan. Te amaré callado mientras dure el viaje y apagues sin prisa a tu carcelero. Esos ojos claros tienen tanta vida, y tus manos blancas con sus colibríes tanta poca muerte, que baja del coche vencida y desigualada.


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