Las palabras no son
talismanes.
Pero
cualquier cosa puede
transmutarse
en poesía
si
la toca la palabra indicada.
No
es asunto de magia ni de alquimia.
Se
trata de pensar de otro modo las cosas,
palparlas
de otro modo,
abandonar
las palabras que las usan
y
acudir a las palabras que las cantan,
las
palabras que las levantan en el viento
como
clavos ardiendo en el asombro.
Estacas
convertidas en estrellas,
zapatos
para calzar crucifixiones,
cegueras
abiertas en la espalda del día,
visiones
reservadas para volver a despertar,
ternuras
que se postergan para salvar el amor.
Se
trata solamente de crear otra voz:
la
voz ausente adentro de las cosas.
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